lunes, 22 de diciembre de 2008

Expediente 0002 - Pisadas fueras de tiempo








¿Pisadas de humanos hace millones de años?
Un tema que abre las puertas a nuevos planteamientos, una nueva mirada a todo lo que habíamos leído en los libros de prehistoria.


¿Prehistoria Errada?
Refiriéndonos a un tema netamente científico con respecto a los dinosaurios, sabemos que durante 135 millones de años dichos seres dominaron el Planeta Tierra por facultades y poder. Ningún ser humano vio jamás a un dinosaurio con vida, ni siquiera el Australopithecus, vínculo del hombre actual con sus antepasados.

Ahora bien, hay ciertos misterios que sin ninguna explicación científica tiran al suelo estas teorías, como las huellas halladas en el Valle de los Gigantes (Texas, EE.UU.). En él, se descubrieron unas pisadas perfectamente nítidas de un dinosaurio en el río Paluxy. Dichos terrenos datan del período cretáceo, a fines de la era mesozoica: 140 millones de años. En ese mismo lugar se halló la huella de un pie humano, como si ese hombre estuviese persiguiendo al gran dinosaurio. Entonces, si ese hombre pudo ver un dinosaurio vivo no hay correspondencia con la teoría científica.

Lo cierto es que en el Valle de los Gigantes hay cientos de pisadas de dinosaurios de distintas especies, entre las cuales a veces aparecen numerosas huellas humanas de gran tamaño. Además, en 1931 se encontraron marcas de pies humanos que databan de 250 millones de años. Diez de ellas fueron halladas a algunos kilómetros al nordeste de Mount Vernon. La historia de la humanidad no siempre es como dicen los libros...

Las pisadas humanas de Laetoli, Tanzania
En 1979, Mary Leakey, la esposa de Louis Leakey, uno de los antropólogos más importantes del siglo XX, encontró unas huellas humanas sobre ceniza volcánica en Laetoli (Tanzania). Las pisadas tenían una antigüedad aproximada de 3,6 millones de años y pertenecían a tres individuos. El hallazgo fue examinado por expertos en huellas, antropólogos y otros especialistas que aportaron sus conclusiones documentales al National Geographic y a otras revistas científicas.

La observación de las imágenes de las huellas revela que apenas difieren de las de un ser humano moderno. Sin embargo, es sorprendente que a pesar de que este hallazgo sugiera la existencia del hombre hace millones de años, los científicos han concluido que pertenecen al Australopithecus, pese a que las características de este homínido de hace cuatro millones de años no encajan con las citadas huellas. Mary Leakey, por su parte, dice que las pisadas podrían pertenecer a un simio cuyos pies guardarían un gran parecido con los del ser humano. Si se hubiera tratado de un hallazgo aislado, la hipótesis oficial tendría sentido, pero la existencia de utensilios artificiales localizados también en el periodo precámbrico, contradice su versión. Por tanto, la existencia de objetos que necesitan a un ser inteligente para ser fabricados refuerza la hipótesis de Cremo y Thomson: las pisadas de Laetoli son humanas y se remontan a cientos de millones de años atrás.

La huella de zapato
En 1968, William J. Meister, dibujante y coleccionista de trilobites, encontró la huella de un zapato en terreno de pizarra cerca de Antílope Springs, Utah. La muesca apareció cuando Meister abrió el bloque de pizarra. En el interior de la huella se observaban fósiles de trilobites, unos artrópodos marinos ya extinguidos. La pizarra con la huella y los fósiles de trilobites tenían entre 590 y 505 millones de años de antigüedad. Meister describió su hallazgo en un artículo publicado en Creation Research Society Quarterly: "La marca del talón estaba incrustada en la piedra tres milímetros más que el resto de la huella. La pisada parecía pertenecer al pie diestro, porque el calzado estaba más desgastado en el lado derecho del tacón, como sucede en cualquier zapato de ese pie".

En el mismo artículo se mencionaba también cómo el 4 de julio de 1969, el Dr. Clarence Coombs, del Columbia Union College de Maryland, y Maurice Carlisle, geólogo, visitaron el lugar del descubrimiento. Tras las excavaciones, Carlisle encontró, en el mismo nivel de la huella, una capa de barro que le convenció de la consistencia de aquella pisada fósil, ya que el barro demostraba que el pie ejecutor había estado alguna vez sobre la superficie. Sin embargo, los científicos rechazaron el descubrimiento argumentando que se trataba de una rareza, de un simple capricho de la erosión.

La suela de zapato
El 8 de octubre de 1922, el diario New York Sunday American publicó un interesante artículo titulado: "El misterio de la suela de zapato petrificada hace cinco mil millones de años de antigüedad". Era una de esas informaciones que atrapan la atención del lector al instante. El autor, el Dr. W. H. Ballou-Ballou, explicaba que un ingeniero de minas y geólogo llamado John T. Reid se topó con la desconcertante huella mientras buscaba fósiles en Nevada. El examen de la misma reveló que se trataba de una huella correspondiente a un pie calzado, al que incluso se le adivinaban las marcas de hilo de coser y hasta las muescas generadas por el continuo roce del talón.

Reid trasladó su insólito fósil a Nueva York, donde intentó interesar a los científicos del Museo Americano de Historia Natural, aun que la respuesta que recibió fue tajante: "La huella es la mejor imitación de un objeto artificial que jamás hayamos visto". A pesar de todo, confirmaron que el sedimento donde apareció la huella se formó en la era triásica. El veredicto de la clase científica no satisfizo a Reid, que encargó nuevos análisis y fotografías a un químico del Instituto Rockefeller. Las nuevas aportaciones dejaron poco espacio para la duda: la suela era obra humana. Pero, ¿quién fabricaba zapatos hace 200 millones de años?

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